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viernes, 27 de abril de 2012

Crítica de discos: Soufly - Enslaved (2012)


Hoy por hoy Max Cavalera es un artista muy dependiente. Puede sonar muy negativo, y en cierto punto lo es. La evolución que ha sufrido Soufly ha venido muy condicionada por los músicos que han acompañado al brasileño. Repasemos un poco. Su primera etapa, que podría ser calificada con Nu Metal abarcó el disco homónimo, Primitive y 3. En este último se notaba un pequeño bajón en las tareas compositivas, cierta insistencia por el Nu Metal, ese movimiento que ya empezaba a decaer. Carpetazo y nueva etapa con nuevos músicos.
Sale Prophecy, en tierra de nadie y muy experimental, como si quisiese probar de que están hechos sus nuevos compañeros.
Pero en 2005 viene el cambio relevante, Dark Ages, con un aire bastante más Groove/Thrash, muchos claman una vuelta a las raíces de Max Cavalera, lo cierto es que sin sus nuevos compañeros de viaje no habría podido iniciar esta nueva etapa. Llegamos a Conquer y Soulfly se "metalizan" aún más, y de pronto Omen, el tercero con la misma alineación, es un bajón brutal en todos los sentidos. Unos temas monótonos que ni siquiera los artistas invitados logran salvar y unas letras dignas de un chaval de 15 años que acaba de formar su primera banda de Thrash.
La historia se repite, tal vez motivado por el excelente estado de forma de sus ex compañeros, decide hacer borrón y cuenta nueva, y por si fuera poco, la relación con sus entonces compañeros estaba peor que nunca, salvo con uno, Marc Rizzo, ese ha sido el auténtico salvador de Cavalera. Va a tener que agradecerle infinitamente el haberle encontrado, porque musicalmente le ha salvado los muebles, no es casualidad que en todo proyecto que emprenda el brasileño, el guitarrista latino siempre esté presente.
 Toda esta introducción sirve para decir que nos encontramos de nuevo ante un nuevo ciclo de Soulfly, músicos nuevos en la base rítmica, el batería David Kinkade y Tony Campos a las cuatro cuerdas. Dos hombres experimentados en el campo de Metal Extremo, y que está claro que los ha elegido para hacer de Soulfly algo más cafre. La pregunta es ¿lo habrá conseguido?
La extraña intro Resistance denota que estamos ante unos Soulfly distintos, más oscuros, aunque es con Word Scum cuando estalla la bomba. Una potentísima base rítmica nos recibe, siendo seguida por unos riffs rápidos que nos demuestran que esta vez Cavalera ha decidido jugar al Death Metal, y por si fuera poco encontramos de invitado en los estribillos a Travis Ryan de Cattle Decapitation, otra banda estandarte del Death Metal actual, y como siempre se nota la mano de Mark Rizzo en los fantásticos solos que se marca en todo el disco, y para rematar el tema, Blast-Beats. Toda una declaración de intenciones. Intervention baja un poco la intensidad, no siendo tan rápida con su predecesora, y quedándose en ese punto intermedio entre el Groove de discos anteriores, y esta nueva piel Death. Un tema más reconocible para los que llevábamos siguiendo a Soulfly desde hace mucho.
El disco sigue sin dar tregua apenas, y tras una minúscula introducción, de nuevo Gladiator vuelve a atacarnos. Como si no quisiera olvidar de donde viene Soulfly y que los ha hecho famosos (musicalmente hablando, claro está), el interludio breve con algún instrumento exótico no podía faltar (creo que es un sitar indio en este caso). Esto, mezclado con los blast beats y los solos de Rizzo, le dan ese encanto que tanto gusta de los Soulfly, y al final el maldito tema resulta de lo más pegadizo con los estribillos.
Legions y American Steel siguen por la misma senda, un Groove/Death machacón que deja esos respiros ocasionales en los pequeños interludios tranquilos. E incluso en American Steel se permiten el detalle de introducir ciertos guiños al Metal Moderno.
Su final calmado dará paso a otra de las burradas del disco, con el nombre de Redemption Of Men By God. Pero que no os engañe es hecho de que el tema no vaya a la yugular nada más empezar. En cuanto menos nos lo esperemos el dúo vocal entre Cavalera y Dez Fafara nos aplastará la cabeza. Uno de los grandes aciertos de este disco ha sido precisamente este dueto, que le otorga más crudeza al disco si era posible. Sin embargo aquí no me parece tan acertado ese cambio brusco de la parte agresiva a la calmada, es algo que debía ser progresivo, y no de la manera que se ha hecho, que parece que se les olvidó meter el interludio en el disco y lo metieron deprisa y corriendo.
Mientras Treachery nos ofrece otro corte que no desentona con el resto del disco, siendo igual de contundente a lo que nos ha acostumbrado este Enslaved, Plata o Plomo se revela como el tema más curioso del disco. Aquí el que comparte tareas vocales con Max es el propio bajista de la banda, Tony Campos, no debería resultar extraño pues esta tarea ya la hace en Asesino, y al igual que en esa banda, aquí también ha decidido cantar en su lengua materna. Con lo que tenemos una canción peculiar, cantada a partes en español y portugués, y para potenciar más el carácter latino del tema, qué mejor que tener a Rizzo en la guitarra española, y por si fuera poco, el tema va "dedicado" a las tropelías de Pablo Escobar, ese infame narco colombiano. Llamativo cuanto menos.
Sin embargo la recta final del disco va decayendo. Esta vez los juegos de Cavalera con el Doom en Chains no salen tan bien parados, y aunque el tema vaya cogiendo velocidad poco a poco, se queda en un tema correcto, pero no a la altura del resto de cortes. Donde sí le han podido las ansias ha sido en el tema que cierra el disco (en la edición normal). Revengeance es otra oda a la muerte de su desaparecido hijastro Dana. Aprovechando que sus hijos e hijastros tienen ya una edad considerable, ha decidido meter a sus dos vástagos y a su hijastro Richie (que este ya lleva bastante metido en estos asuntos). Y la verdad es que las ganas por meterlos a todos, acaban arruinando el tema por completo. Uno de ellos está a la batería, y en fin, no hace mal trabajo, del otro hijo que está a las voces, que me perdone su padre, pero no sirve para esto. De Richie poco que decir, cumple y poco más. Pero es una canción monótona y que no acaba de arrancar nunca. Ese breakdown final, bastante mal ejecutado (supongo que a los niños les gustará todo eso del Metalcore, y papá, que se apunta a cualquier moda, decide hacerles caso), que acaban por joder todo.
Es la única pega importante que le he visto al disco, y es una pena, porque tiene una banda que podría haber mejorado muchísimo el cierre, aunque, por suerte es la única mancha importante en el disco. ¿Que ha sido de la clásica instrumental homónima? En este caso ha sido desplazada al último de los bonus tracks.
Poco que comentar, como siempre Soulfly VIII gustará a unos y a otros no, y establecerá comparaciones con las anteriores. Antes tenemos los otros dos temas extra, Slave y Bastard, que podrían haber cabido perfectamente con las demás, ya que siguen con la misma línea de todo el compacto.
Slave tiene un guiño impagable al pasado de Soulfly, y Bastard posee un inicio bastante melódico que no habría venido mal en la parte intermedia del álbum. Muy difícil se lo pone Cavalera a los Sepultura actuales, que ya amenazaron con ese feroz Kairos. A elección del público queda decidir cuál es mejor, pero lo cierto es que este "pique" a quien nos beneficia a nosotros. Mucho me ha sorprendido esta vez Max para bien, pero que no se confíe, tiene tendencia a quedarse atascado y dejarse superar, y además, no siempre podrá vivir de los borrones y cuenta nueva de banda ¿no?

Nota: 8'5

Crítica de discos: Machine Head - Burn My Eyes (1994)


Más que a muchos les duela reconocerlo el Thrash Metal estuvo muerto durante mucho tiempo, y esta nueva ola, no es más que una moda pasajera, que decaerá de nuevo, y se repetirá el circulo. Ciclo de vida, todos los géneros han tenido su momento de apogeo, de decadencia y resurgimiento. También está pasando con el Death Metal, y últimamente, por lo que estoy oyendo con el Stoner. En cualquier caso, parece que a cualquier seguidor del género le ofenderá que le digas que su música pueda caer en el ostracismo.
Puede parecer que tiro piedras contra mi propio tejado, porque nunca he escondido que mi subgénero favorito es el Death Metal, aunque soy plenamente consciente de que mi subgénero predilecto no siempre estará con un estado de salud óptimo, también se sacar algo positivo de estas.
Primero porque te permite quitar mucha morralla de la mesa, y segundo porque obliga a los artistas a innovar, y puede que sea por esta necesidad por la cual salen cosas tan genuinas como esta.
Años 90, Pantera surgen prácticamente de la nada y sorprenden a todo el mundo con un sonido grave y machacón, que casi de inmediato crea escuela. Incluso los propios Sepultura se impregnan de la nueva moda con su Chaos AD, aunque con ingredientes (tribales) propios. Y he aquí uno de los coetáneos de los texanos.
Irónicamente, y aunque pueda parecer mentira hoy día, Machine Head tardaron mucho en ser aceptados en su propio país, y donde realmente tuvieron un éxito considerable con este disco fue en Europa, en América, hasta que no dieron a luz a The Burning Red, mucho más acorde con el movimiento del Nu-Metal que movía millones en el país de la libertad.
Y sacando un poco de pecho, podemos decir que en el viejo continente siempre hemos sido más exigentes, pero también sabemos apreciar mejor lo bueno. Estos son los Machine Head más auténticos, sin tantas complicaciones como en sus últimas obras, excelentes, todo sea dicho, pero completamente alejadas del núcleo de lo que son Machine Head. Temas directos, contundentes, y machacones. Groove Metal puro y duro, aunque con ciertas influencias que le dan ese toque particular. Y como no, mucha crítica política y social en prácticamente todas las letras. Un hijo de su tiempo...
El disco comienza con el que, por méritos propios, se ha convertido en el himno de la banda: Davidian. Una introducción de batería demoledora, y unos riffs cortantes nos enseñan que lo que viene es distinto, ya no es Thrash, es un monstruo diferente. La voz de Flynn no es gutural, pero si muy grave. Nada que ver con las chillonas voces de la Bay Area. ¿Que nos llama la atención? Esa base rítmica tan contundente, que no se concentra excesivamente en los solos (que haber, haylos) y que nos aplasta los oídos. Para finalizar el tema, una sección final de Slam, que ataca incisivamente, una y otra vez y nos mantiene pegados al suelo. Para el recuerdo queda esa frase en los estribillos, donde la solitaria voz de Flynn nos grita "Let the freedom ring with a shotgun blast". Primera puñalada a la América que adora las armas y ha permitido que se produzcan masacres como la de los davidianos.
Old es aún más contundente si cabe, con una pesada base rítmica que abre la canción y enseguida abre paso a los riffs de Logan Mader y Robb Flynn. Incluso con lo abrasiva que es, consigue que el estribillo se te quede pegado en la mente. Su sucesora, A Thousand Lies, es una de las más completas de todo el disco, desde el ritmo lento y pausado al principio, de pronto mete el acelerador y vuelve a convertirse en un martillo pilón para los oídos. Y cuando pensamos que el tema no da para mucho más, de nuevo otro golpe de efecto y Machine Head demuestran donde están sus raíces, para, acto seguido, volver a destrozarnos con ese ritmo aplastante.
Un tanto extraña es None But My Own, uno de los temas más oscuros del disco (y ya es decir, porque el álbum ya es muy negativo de por si....), donde se entrecruzan las influencias de los Alice In Chains, con ese inicio tan decadente, con un Groove ralentizado, y una parte final apoteósica donde parece que, de nuevo, volvemos a la vieja escuela de San Francisco.
The Rage To Overcome y Death Church siguen el mismo camino, contundentes y muy oscuras, la 2ª incluso tiene ciertas influencias industriales, por ese sample que usa al principio del tema, y lo repetitivo que se hace el tema, conscientemente, claro.
Hemos hecho referencia varias veces a las influencias de la vieja escuela thrasher que tienen los de Oackland, pero no podemos obviar que MH le deben mucho al Hardcore americano, como así lo atestiguan la parte final (e inesperada) de A Nation On Fire y la que supone un homenaje en toda regla, Blood For Blood.
Para casi el final, y darnos un respiro ante tanta contundencia, llega la semi-balada suicida, I'm Your God Now, que supone toda una grata sorpresa. Cabría pensar que no pega nada con el disco, que estaría desentonada... pero nada más lejos de la realidad, encaja perfectamente con el tono negativo del disco.
La parte final no baja el ritmo, con la corta instrumental Real Eyes, Realize, Real Lies. Este juego de palabras funciona perfectamente si prestamos atención a los samplers utilizados, más crítica social contra las mentiras de los dirigentes. Tema muy manido, si, pero que bien les queda....
Block supone el cierre perfecto para el disco, un tema más "animado" en comparación con la oscuridad tan densa que hemos tenido en los temas anteriores. Más parecido a Davidian y Old, con un estribillo que fácilmente se queda grabado en tu cabeza.
Con este álbum Machine Head darían la sorpresa, metiéndose en prácticamente todos los festivales europeos, de renombre, Monsters Of Rock, Dynamo Open Air... y teniendo el privilegio de telonear a Slayer.
Sus deslices con The Burning Red y Supercharger les costaron muy caro, lo que hace que todavía hoy, muchos sigan despreciandolos por aquellas obras, a pesar del tiempo transcurrido. Pero Burn My Eyes es distinto, es anterior a todo eso, son los Machine Head en estado puro, cuando era solo agresión pura y dura, y muy cabreada con el mundo.

Nota: 9'5